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Lindsay Addison, bióloga especialista en ecosistemas costeros, explica cómo debemos compartir la costa por medio de #ShareTheShore

Si las aves playeras, inclusive las aves migratorias, como el chorlito dorado americano, pudieran elegir, probablemente optarían por descansar, anidar, posarse y reproducirse en una zona costera no desarrollada en donde nadie los moleste.


Sin embargo, la realidad obliga a las aves a tener que lidiar con nosotros. Por ello, hay acciones que nosotros podemos emprender, al igual que nuestras mascotas, niños, y quizás otros seres queridos menos informados, para apoyar a nuestros amigos migratorios.


Lindsay Addison, bióloga especialista en ecosistemas costeros. Foto: Lindsay Addison

El programa de gestión costera del National Audubon Society y su campaña educativa #ShareTheShore (Compartir la costa) cuenta con una presencia importante a lo largo de la ruta migratoria atlántica.  Lindsay Addison, bióloga experta en los ecosistemas costeros de la oficina de Audubon North Carolina, nos explica sobre el programa y como podemos compartir la costa de una mejor manera con las aves.

 

Metas

Addison, quien reside en Wilmington, North Carolina, ha laborado en la oficina de Audubon North Carolina del National Audubon Society, durante 13 años. Como investigadora, apoya el esfuerzo de Audubon para salvaguardar las costas por medio del Programa de Audubon para proteger los santuarios costeros de la Costa Atlántica; para este programa, Addison recopila  datos tanto de aves reproductoras como las no reproductoras, entre otras actividades. El programa se dedica a gestionar el 40% de las aves acuáticas costeras que anidan en 19 zonas del estado.


Addison y los demás miembros del equipo de Audubon North Carolina utilizan soluciones de conservación en cada zona para las aves playeras y otras especies.


Por ejemplo, la isla Lea y la isla Hutaff mejor conocidas como la Isla Lea-Hutaff forman un sistema de islas de barrera y pantanos subdesarrolladas de 5.641 acres, las cuales no han sido perturbadas por el desarrollo. Se ubican entre las islas Figure Eight y Topsail al norte de la ciudad de Wilmington. Es el cielo para las aves.


Addison se apresura a mostrar la isla (visible aquí en Google Maps) y compara la isla Lea-Hutaff -nombrada una de las 96 Áreas de importancia para las aves de Carolina del Norte- con las islas vecinas sobrepobladas.


"Es una suerte de latigazo", dice.


Este es un ejemplo de cómo las aves pueden compartir la costa con los seres humanos. Mantener la isla como una reserva sustenta a miles de aves, las playeras, zancudas, acuáticas y palustres durante la temporada de nidificación, migración e invernada. Se trata de charranes comunes, zarapitos negros, ostreros americanos, chorlitejos comunes, palmoteadores, gorriones colilargos, y gorriones marismeños Aunque el chorlitejo dorado americano no suele frecuentar la zona, algunas veces hacen acto de presencia. Cuando están cerca, generalmente van por la mitad del trayecto transatlántico de su viaje migratorio hacia el sur. (Just check eBird!)

Foto: Google Maps
La isla Lea y la isla Hutaff.

El personal de Audubon se encarga de vigilar y patrullar las colonias de charranes y rayadores en ambas islas durante todo el año. Sin embargo, cuando las aves no están descansando en las playas protegidas, suelen frecuentar las mismas playas que los seres humanos, compartiendo desde las sombrillas de playa hasta las novelas de verano.


Addison nos brinda algunas recomendaciones.


No lo haga para contar una historia

Si observa aves en la playa”, explica Addison, “recuerde que las aves desempeñan una función importante, aunque solo estén descansando; aun si lo único que hacen es deambular y picotear el suelo.”


Y al contemplar una bandada de aves en la playa, la mayoría de los bañistas suelen hacer lo mismo: tomar fotografías.


“Apenas que alguien observa un grupo de pájaros, su primer instinto es buscar la cámara o teléfono para caminar entre las aves y tomar una foto o video de las aves en vuelo,” explica Addison. Pero hay algo que las personas no entienden. “Las aves se encuentran a la mitad de un trayecto largo que requiere una gran reserva de energía”


Precisamente, este es un ejemplo de la perturbación humana. La foto del perro, niño o hasta un selfie que muestra una bandada de pájaros en vuelo al fondo, de hecho interrumpe el descanso o repostaje de las aves. Para las aves migratorias, este es un período indispensable para conservar la energía y necesitan este momento de sosiego en el suelo sin aletear.


Addison y su equipo intentan explicarlo de una manera más fácil para que el público pueda entender.


"Es igual que realizar un viaje largo por la carretera del New Jersey Turnpike. Uno jamás podría sobrevivir si no pudiera detenerse para almorzar, ir al servicio y comerse algo en McDonalds,” detalla Addison.  Para concientizar el público, las playas de Carolina del Norte hasta cuentan con rótulos que dicen, “Área de descanso” en referencia a las aves.  


Este es el mensaje que debemos recordar.  Si observa aves, “no camine en medio de ellas; no permita que su perro o mascota las persiga y no permita que sus hijos las ahuyenten.” 


Addison deja claro que ella nunca permite que su perro, Geordie, un Golden retriever, perjudique la vida silvestre cuando sale a jugar y, por eso, siempre lo lleva con una correa. “Estoy segura de que él correría detrás de los pájaros si lo dejara. Solo tiene dos años y no es muy inteligente”, añade (Geordie parece haber escuchado y entendido las palabras tiernas de su amo”).


Otros dueños de mascotas han compartido su perspectiva sobre el tema. Según el artículo,  De un amante de perros a otro: Llegó el momento de compartir la costa, recientemente publicado por Audubon, conforme las aves playeras siguen enfrentando obstáculos a sobrevivencia, son las acciones más insignificantes, tal como llevar nuestras mascotas con una correa o frecuentar playas amigables para perros, que les ayudan y hacen una diferencia.”


"No es una bonita foto." Foto: Photo: Alexandr Podvalny/Unsplash

Según Addison, se trata de respetar la vida silvestre. “Una persona jamás permitiría que su perro persiga un venado o que su hijo se aproxime a Bambi”. Entonces es importante entender que las aves también son animales salvajes y debemos cuidarlas y darles su espacio, especialmente porque que las aves pueden aparecer cuando uno menos las espera.


La migración—No ocurre solamente en mayo y octubre

La migración en la costa Atlántica—al menos para los chorlitos, zarapitos y sus parientes-inicia en octubre y mayo, mucho antes de lo que se pensaba.


Addison aclara que la migración de las aves playeras inicia a partir de julio. Es cuando uno comienza a observar el regreso de la primera ola de migrantes costeros, tales como el chorlito gris y el playero blanco.  “Para agosto ya contamos con un gran número,” explica. Luego en septiembre u octubre, cuando generalmente se asocia con la migración de otoño, la temporada de migración se encuentra en pleno apogeo.


Por eso, es importante entender que podría haber más aves de lo que se consideraba

“Es igual que explicarle a un niño de primer grado sobre la gravedad,” dice Addison al abordar el tema de explicarle al público que las aves también pueden migrar fuera de las temporadas tradicionales de primavera y otoño. “Los niños más pequeños realmente nunca lo han considerado; pero si uno lo menciona, el bombillo se enciende de repente. Los adultos también comienzan a concientizarse.”


“El gran desafío es que las aves suelen pasar desapercibidas por el público,” agrega Addison.  “Y es que muchas de estas aves playeras de reproducción criptica parecen insignificantes - pequeñas y de color café.”


Por ejemplo, el chorlo semipalmeado suele descasar dentro de las huellas que dejan los humanas o en las grietas de las marcas de neumáticos y durante los momentos de ocio es probable que uno no las vea.


Addison nos alienta a mantenernos alertos cuando vamos a la playa. Si observamos aves, debemos darles su espacio. Porque, si uno perturbe un ave, aunque no sea adrede, contribuye al conjunto de acciones que terminan haciéndoles daño.


"Es una muerte mediante 1,000 cortadas”.  Probablemente no seas la única persona que haya estado en la playa ese día", dice Addison. "Es la suma de todas las acciones y eso es lo que es realmente desafiante para las aves playeras. La primera persona las ahuyenta una vez, luego la siguiente, y la siguiente.  Por consecuencia, las aves son ahuyentadas durante la mayor parte del día, sea por personas o perros.  Luego no tienen tiempo de alimentarse, descansar o prepararse físicamente para la siguiente etapa de su viaje. Ese es el impacto acumulativo que nadie considera cuando van a la playa".


Finalmente, si compartimos este conocimiento con los demás, podemos cambiar el comportamiento —o al menos es lo que queremos lograr.


"Es algo sumamente difícil... medir", explica Addison. "Si nos preguntamos ¿A cuántas personas llegamos con este mensaje? ¿Logramos cambiar su comportamiento?". Y para ser realista, sin el desempeño de un estudio costoso, es prácticamente imposible saberlo. "Desde una perspectiva personal", dice Addison, "uno percibe resultados a un nivel más anecdótico".


Un ejemplo es la Playa de Wrightsville un destino costero muy conocido en donde Addison y sus colegas han laborado desde el 2009. Por ende, pueden decir con confianza que los bañistas están acostumbrados a observar y, por suerte, respetar, a las aves y mantenerse alejados de la zona designada para las aves.


“Ellos ya saben cómo comportarse,” explica Addison. “y hasta podrían correr la voz y decirles a otros lo que deben de hacer, que realmente sería el mejor resultado.”

Foto: Scott Gilbert/Audubon Photography Awards

Por consiguiente, el público sí es capaz de redoblar esfuerzos. El público también tiene la capacidad de involucrarse como voluntarios.


Cuando la presencia humana es una presencia positiva

Conversamos mucho sobre la importancia de mantener una distancia con las aves. Ahora vamos a ahondar en los esfuerzos para protegerlas.


Audubon Carolina del Norte ofrece el programa “Guardianes de las aves playeras” (Beach Bird Stewards), que le permite al público actuar como guías o embajadores en las zonas de anidamiento. A lo largo de la costa, estos voluntarios conversan con el público sobre las aves residentes y migratorias, para concientizarlos sobre la necesidad de respetar su presencia.  Según Addison, a través de este programa, Audubon Carolina del Norte tiene mucha más presencia en las zonas de anidamiento que hubiera tenido de otro modo, especialmente debido a la presencia de los voluntarios que superan al personal.


“Hay mucha más consciencia sobre las aves, sus carencias y como ayudarlas", explica Addison. Eso es algo valioso, porque el conocimiento puede compartirse con sus amigos, familia, vecinos, compañeros de trabajo, etc.".


Además, los voluntarios son amables. Addison no quiere que alguien reclame que, “un fanático de aves en la playa me regaño.” Ahora hay una oportunidad para conversar.

Escenario: Eres voluntario y te encuentras contando aves con un telescopio. Alguien se acerca y pregunta: "¿Qué estás haciendo?" o "¿Cómo te salieron tus fotos?".  Una respuesta podría ser: "De hecho, es un periscopio  Estoy contando  el número de aves playeras migratorias. ¿Sabía que han viajado desde el Ártico?", etc.


"Lo que quisiéramos es que conversen con los bañistas y que mantengan un diálogo. de tú a tú como miembros de la comunidad", concluye Addison. "Y lo que suele ocurrir, es que el tema es contagioso".


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